La Medicina Interna

La medicina interna es la especialidad médica que se encarga de la atención integral del paciente, abarcando desde la prevención hasta el diagnóstico y tratamiento de enfermedades.

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Foto del Dr. Fernando Bonilla Camacho

La medicina interna es considerada como el principe de las especialidades medicas. Su objetivo primario es buscar un diagnostico base que pueda hacer comprender al paciente su enfermedad y que permita la recomendación de un tratamiento asi como enviar de manera oportuna al especialista médico en caso de requerir.

Con agradecimiento formal y orgullo de haber sido discípulo en mis primeros años de formación en la especialidad de Medicina Interna, me refiero a una figura de la Medicina Ecuatoriana, el Dr. Eduardo Luna Yepez, quien con su sapiencia, experiencia y don humanístico envió una carta a los estudiantes del primer posgrado de Medicina Interna en Ecuador, en la inaguracion de su curso formal, marcando de manera vigente el concepto de Medico Internista:

“Un buen médico, un buen internista, es quien ve en el paciente a un ser humano y trata de comprenderle en su totalidad, acercándosele en actitud amistosa, dialogando con él, observándole y analizándole desde todos los posibles ángulos y procurando interpretar la compleja pluralidad de sus manifestaciones vitales en el contexto de su unidad e individualidad; sabe respetar a ese ser inteligente y libre que es sujeto de derechos y que tiene dimensión social, trascendencia espiritual, sensibilidad emocional, conciencia de su autonomía, celo de su intimidad e intransigencia con su dignidad; conoce que la salud es la plenitud de la expresión de un equilibrio vital dinámico cimentado en un complejo de antecedentes y factores genéticos, ambientales, ancestrales y personales;

Es capaz de avizorar cualquier amenaza de desarmonía o presencia de trastornos morfológicos, funcionales, emocionales o mentales presentes en la persona cuyo cuidado se le ha confiado;

Procura prevenir, atenuar o corregir dichos trastornos, con oportunidad y eficacia ya sea dolor, ya angustia o ya desesperanza;

Desarrolla su actividad dentro de los límites de la idoneidad científica y técnica, sin pregonar sus éxitos pero reconociendo sus desaciertos y enmendando sus errores; investiga y experimenta con prudencia, honradez y seguridad; intenta hacer del mantenimiento de un proceso de capacitación y perfeccionamiento profesional continuo un imperativo ético de suerte que le permita acrecentar y perfeccionar la suficiente cultura humanísticas y médica, capacitación técnica y madurez emocional como para lograr en el trance o en la ocasión o en la oportunidad de servicio, actuar serenamente y el juicio y la sabiduría necesarios para reconocer sus limitaciones y recurrir, con la debida presteza, al colega más capacitado, con gallarda humildad y elocuente honradez.

Acepta la conveniencia de su evaluación periódica. Sabe honrar a sus maestros y es ajeno al egoísmo en la transmisión de sus experiencias y conocimientos a sus pares y a sus discípulos.

Un buen internista vive su llamado vocacional en cada ocasión que el deber le solicita, y cultiva y acrecienta la necesaria fortaleza indispensable para prodigarse reiterativamente en su cotidiana entrega con afán y sin desmayo, perfeccionando su capacidad de humana comprensión para entender mejor el momento que vive aquel a quien brinda su servicio.

Quien así intente comportarse y así proceda, puede aspirar a ser considerado un buen Internista, reconocido y respetado como buen médico y acreedor a una justa retribución de acuerdo a su mejor desempeño en el campo profesional.”

— DR. EDUARDO LUNA YEPEZ